viernes, 4 de febrero de 2011

Platicas de como llegar a Dios


En lo relativo al principio básico, la falta o defecto sobre la tierra es el deseo excesivo de cosas mundanas; y en el cielo es un peligro la codicia y deseo por cosas espirituales tales como: iniciaciones, fundamentos, supuestos poderes curadores, de lenguas etc. etc.,



Y así como en la tierra la codicia puede ser un obstáculo para la elevación del alma, este mismo fenómeno se encontrara también en la vida espiritual, donde la completa humildad y el servicio son más necesarios que el deseo de perfección.


El deseo de ser bueno, el deseo de ser Dios, puede ser un gran impedimento en la vida espiritual, así como el deseo de poder o posesiones es una experiencia terrenal, Cuanto más evolucionamos, lo más elevado debe ser la humildad, la paciencia y el deseo de servir.


El obstáculo al avance espiritual es el deseo de progreso ambicionado, esto no quiere decir que no se deba aprender y obtener conocimiento o lograr riquezas materiales lo que importa es no intentar comprar o lograr algo por medio de eso.


En este reino el “Ser” es no aspirar: el “Ser” conlleva su propia recompensa. Esto se refiere no solo a esta vida, sino más bien a aquellos que buscan el mundo espiritual. No debe haber deseo de ser bueno, ni deseo de rápidos progresos o perfección, solo es necesaria la humilde satisfacción de esperar a ser llamados a lo más alto.
En este dominio no progresamos por nuestro propio esfuerzo, sino que simplemente esperamos a ser considerados dignos.


Sobre la tierra esfuerzo: en el cielo lo inverso, esto significa que incluso hacer grandes sacrificios por el deseo de obtener grandeza espiritual es errónea, dar y hacer tantas cosas que nos sobran (filantropía) aun siendo enormes no abrirán las puertas del cielo.

El único camino es el servicio hecho de forma impersonal, ni siquiera para la promoción espiritual, sino solo por el deseo de servir, y dar amor.


Pero lo que llamamos amor es una combinación de codicia y miedo, deseo por lograr algo más y temor de perderlo. Po tanto, lo que llamamos “amor” debe ser “ignorancia”.


El amor real debe estar infinitamente por encima de nuestra comprensión ordinaria, ser algo tremendo, el completo olvido de sí mismo, la perdida de la individualidad en la unidad, la absorción de la personalidad en el todo.
De este modo el amor parece ser lo opuesto al egoísmo.


Cuando hayamos comprendido estos términos comprenderemos las enseñanzas de Cristo, estas ya no serán parábolas. El amor, de este modo, puede ser el servicio combinado con la sabiduría.


Lo que llamamos “amor” es alguien que nos da, porque satisface nuestro deseo de codicia por algo más, y lo que llamamos “odio” es alguien que coge algo de nosotros, porque eso estimula nuestro temor a perderlo.


Cuando advirtamos que no tenemos nada en esta tierra que no sea digno mientras se pierde. Pero con todo a ganar, no conoceremos el odio y entonces, con el significado apropiado de la palabra, seremos capaces de ¡amar a nuestros enemigos!
El amor real a Dios o nuestros semejantes parece ser el deseo de servir sin buscar recompensa,


Probablemente lo más cercano que podemos concebir del amor sea lo inasequible: crepúsculos, noches estrelladas, música y la belleza de montañas y valles.


En nuestro corazón de corazones debemos saber que nuestros enemigos son aquellos que se apartan de nosotros, porque se había establecido una atadura, y era una atadura que encontrábamos casi imposible de romper, y debemos darles las gracias cuando luchan por librarse.


Cualquiera que podemos influir por nuestra voluntad, control o poder es un peligro para nuestra libertad. No importa si nuestra influencia se debe al amor, al poder o al temor que ellos obtienen de nosotros. Nuestras almas deben agradecer a todos aquellos que rehúsan ser nuestros sirvientes, porque eso nos ata mutua e individualmente.
Edward Bach

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